Hace poco me aficioné a llevar siempre conmigo una libreta para apuntar mis pensamientos. Quería imitar a Wilde, Hemingway, Picasso o Van Gogh. Y se me pegó algo de ellos: Me emborraché como Wilde, se me fue la olla como a Hemingway y empecé a verlo todo como un cuadro de Picasso. Paré antes de cortarme la oreja.